Un viaje entre el presente y el pasado

A solo 50 minutos de Cancún

Jamás hubiera imaginado que mi percepción de los viajes cambiaría con Cuba. Era una experiencia que no estaba planeada. Un par de amigos había planeado un viaje para conocer esta maravillosa isla así que decidí acompañarlos y unirme a la aventura. 

Yo volaría antes que ellos y llegaría solo por primera vez a La Habana. Como me ha pasado en otras ocasiones, estuve por un par de horas siendo interrogado por miembros de la aduana, ya que como buen creador de contenido llevaba muchos gadgets que despertaron un poco de interés.

Esto solo me preparó para todo lo que me encontraría estos días viajando por un rincón del mundo atrapado en los años 50´s. Tomé la guagua desde al aeropuerto hasta el centro de la ciudad y después de 45 minutos llegué.

Nada era lo que me había imaginado…era mejor y más hermoso. Antes de comenzar la aventura tenía que esperar a mis amigos Gus y Melissa, los cuales llegaron poco antes del anochecer. Nos acomodamos en el Airbnb y nos dirigimos al primer lugar por explorar: El Castillo del Morro y el famoso Cañonazo.

No les compartiré todo de este momento pero si puedo asegurarles que vivir algo tan simbólico jamás se olvida. Escuchar el rugir de ese antiguo cañón por toda La Habana impresiona y sin duda es algo que tienes que hacer.

Regresamos a La Habana después de unos días en Viñales, otro lugar del cual les platicaré después. Decididos a conocer lo más que pudieron antes de regresar a casa caminamos por la calle central, esa donde se encuentra el imponente Capitolio Habanero, que como dato curioso les puedo decir que es 1 metro más alto, largo y ancho que el de Washington. 

Aprovechamos que estábamos cerca y visitamos Los Nardos, un famoso paladar de varios pisos en lo que comimos como dioses y con un sazón tan exquisito que Cuba se quedó grabada en mi mente con uno de los platillos más delicioso que he comido: ¡El pechugazo! Días antes también comimos en La Flor de Loto, otro paladar con deliciosa comida tradicional cubana que les recomiendo. 

Para amar La Habana tienes que conocer su rincones más emblemáticos y un almendrón es la mejor opción. Estos antiguos autos se encuentran cerca del Capitolio. Existen muchos modelos y colores así que escoger uno será un poco difícil. Los costos dependen de cada conductor, nosotros pagamos $50.00 CUC. 

Chinatown, la Plaza de la Revolución, el Malecón, La Habana Vieja, El Cristo de la Habana y el Vedado, todos estos fueron los sitios que recorrimos al bordo del almendrón pero lo mejor fue al final. Nuestro amigo conductos nos llevó a vivir un atardecer desde el Castillo del Morro; el mejor momento de este viaje por La Habana.

Los andadores O´reilly y San Juan de Dios se convierten por la noches en una gran pista de baile y si caminas por ellos descubrirás la razón. Existen muchos rincones para detenerte a admirar la alegría y el son cubano. Estos andadores comienzan justo detrás del parque central donde encontrarás la famosa Floridita y continúan hasta llegar al malecón pasando por el Palacio de los Capitanes, el Museo de Arte Colonia y el Castell de la Real Fuerza. 

Después de conocer lo más representativo de La Habana aún queríamos ver algo más así que caminamos por sus calles, tomamos su café, platicamos con su gente, disfrutamos de sus mañanas y coincidimos que La Habana es un lugar para volver muchas veces. 

La próxima vez que regrese seré solo yo y un montón de momentos únicos por vivir en la isla.